600 noches después by Lorena Franco

autor:Lorena Franco [Franco, Lorena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2022-12-01T00:00:00+00:00

21

Nueva York

Diciembre, 1997

La Navidad de 1997 es una de las más tristes que recuerdo. Empecé a fumar a escondidas para templar los nervios. Cada cigarrillo me recordaba a Amy, pero, al contrario que ella, me enganché, y lo de que podía dejarlo cuando quisiera no funcionaba conmigo. Dicen que llevamos la adicción en los genes. Recuerda que mi madre era una adicta. La nicotina se convirtió en mi adicción. Por aquel entonces, me esforzaba para que no se notara mi nuevo vicio, como si fuera una adolescente que fumaba a escondidas de sus padres. En mi bolso no faltaban chicles de menta y un frasco pequeño de mi perfume habitual. La pena no se iba, la pena me ahogaba y tenía el corazón roto, pero, «por suerte», estabas tú. ¿En qué momento te instalaste en mi casa sin preguntarme si me parecía bien? Sentía que una parte de mí había muerto con Amy y durante ese último mes había sido otra persona la que había vivido en mi lugar.

Martha empezaba a perder la paciencia conmigo, con la farsante inútil que se había apoderado de mi piel. No podía seguir así, espantaba a la gente, me decía, e incluso Tom se volvió más amable al verme tan desmejorada.

—Te necesito al cien por cien, Eve. Necesito que la mejor editora de Lamber vuelva a ser la de siempre —me decía Martha, como si fuera fácil, intentando insuflarme ánimos con una palmadita en la espalda.

Tenía la seguridad de que, si Martha no me había despedido durante el mes que llevaba siendo un fantasma, era por ti, por ser tu novia. Continuamente me preguntaba si estabas trabajando en algo nuevo, si tendríamos una nueva «novela del verano» en 1998, cuando todos sabemos que una obra de calidad no puede escribirse con una fecha marcada en el calendario. Qué ironía. Casi tanto como que los números valen más que las letras en el mundo editorial. Porque ahora el poder, gracias a millones de ejemplares vendidos por toda América y un contrato cinematográfico que estaba al caer, lo tenías tú.

No sabía qué responder a la pregunta de Martha sobre si estabas trabajando en una nueva obra. Qué sabía yo, si parecía un zombi. Todo me daba igual y eso me afectaba en lo laboral, pero no en nuestra relación, ya que, y ahora lo veo, te gustaba ser el héroe. Cuidarme. Protegerme. Que estuviera mal para sentirte mejor contigo mismo y conmigo. Solo te veía cuando llegaba a casa, muerta de cansancio y con el ánimo por los suelos, y tú no te separabas de mí, no me dejabas sola ni para ir al cuarto de baño, como si temieras que me fuera a cortar las venas con la cuchilla. Era probable que escribieras por las mañanas, cuando yo estaba en la editorial, ¿no? Sí, tu próximo éxito de ventas se estaba gestando en el ordenador portátil que habías comprado recientemente, pero no era algo de lo que me hablaras y yo tampoco te hacía preguntas.

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